lunes, 29 de agosto de 2011

Tiffany


“Si no le dices a esa puta que se calle pronto la mataré antes de que pueda servirnos de algo”- dijo Andy mientras sacaba el enorme cuchillo de caza de la funda-
“Tío, no pienso volver a tocarla, cada vez que me acerco a ella me clava las uñas, ¿Cómo coño la has atado?”
Andy no me contestó, ni si quiera se dignó a lanzarme una de sus miradas de desprecio pues estaba demasiado absorto pensando en lo que iba a hacer a continuación. La chica no tendría mas de 20 años, creo que dijo que se llamaba Tina… o Tiffany. No lo recuerdo. Cuando conseguimos que entrara en la camioneta fingiendo ser “tíos guays” me pareció guapa, pero ahora con todo ese puto maquillaje ensuciando su cara me recordaba a una versión femenina de Marilyn Manson.
Tenía los ojos y el pelo de color negro y una piel blanca con una textura de porcelana en la que se dibujaban unas cuantas pecas que le daban cierto aspecto angelical. Era delgada, alta y estaba de muy buen ver, justo lo que Andy andaba buscando.
“Ya es la hora”- me gritó Andy al tiempo que secaba el sudor de su frente. “¿Quiéres hacer los honores?”-insinuó maliciosamente acompañando sus palabras de una grotesca y demente sonrisa.
Andy era un hijo de perra, no por el hecho de que fuese a matar a una chica, eso a mi no me importaba porque yo estaba en aquel sitio en medio del bosque por el mismo motivo que él, pero aun así había ocasiones en las que no podía soportar a ese tío.
Nos conocíamos desde críos, el vivía a dos manzanas de mi casa y solía venir siempre a jugar. Al principio creí que había encontrado al amigo perfecto. Todos los chicos del barrio le temían y le respetaban y no había quien le ganase en una pelea. Desde que Andy era mi amigo nadie se metía conmigo y eso me hacía sentir importante, me enorgullecía que me hubiese elegido a mi para aprender de él, pero esa sensación fue desapareciendo poco a poco, al tiempo que comencé a conocerle más a fondo.
Su madre había muerto al darle a luz y su padre era el borracho del pueblo, no tenía hermanos y se encontraba solo y, aunque nunca me lo dijo, yo sabía que su padre le propinaba palizas cada vez que se le antojaba, pero Andy jamás hablaba de él. Un día, después del colegio, Andy dijo que nos encontraríamos junto al lago después de que viniese de su casa de dar de comer a su perro Bobby, queríamos construir una balsa con la que poder navegar y que todos supieran que ese lugar era nuestro, pero Andy no apareció.
Al día siguiente no vino a clase, ni al otro tampoco, así que decidí ir a buscarle a su casa para ver lo que le pasaba.
La puerta estaba abierta y cuando dije su nombre en voz alta no me contestó nadie. Dentro todo estaba muy oscuro y yo nunca había estado en su casa, así que no me sorprendí cuando tropecé con algo duro y caí de bruces al suelo, no se veía una mierda, así que cogí el mechero que guardaba en el bolsillo trasero de mi pantalón para poder guiarme en la oscuridad.
Cuando la pequeña llama inundó la habitación pude ver exactamente con qué había tropezado. A escasos centímetros de mis pies se encontraba el cadáver ensangrentado del viejo Bobby, el perro de Andy. Los sesos del pobre animal estaban esparcidos por todo el suelo en un amasijo de vísceras y sangre… era evidente que lo habían golpeado hasta matarlo.
En ese momento el miedo se apoderó de mi y empecé a gritar el nombre de Andy como un poseso, corrí sin saber a dónde me dirigía, subí al piso de arriba, entré en una de las habitaciones y ahí estaba… Tenía la cara prácticamente destrozada, los dos ojos morados y el labio partido, estaba sentado en una de las esquinas de su cuarto, con su camiseta de los Red hot? manchada de sangre. Se balanceaba hacia delante y hacia atrás como un demente, habría jurado que llevaba días sin comer. Me arrodillé a su lado y le puse las manos sobre los hombros, de sus labios ensangrentados escapó un pequeño gemido.
-“Andy, ¿Quién te ha hecho esto?”-le pregunté, aunque ya sabía la respuesta.- “Tenemos que salir de aquí, estás herido, hay que llevarte a un hospital”-
-“Ha matado a Bobby”- susurró mientras me miraba con sus grandes ojos azules. Teníamos miedo, pero yo era el único que estaba dispuesto a moverme, así que cogí a mi amigo del brazo y lo levanté como pude, esta vez ni siquiera se esforzó en quejarse. Cuando estábamos cerca de la puerta ésta se abrió de par en par.
-“¡Maldito hijo de perra! Te dije que quitaras esta mierda del suelo”
El padre de Andy apenas podía sostenerse en pie, estaba totalmente ebrio, pero eso no le impedía seguir bebiendo de aquella sucia botella. Aunque estaba gordo, era un hombre de complexión fuerte, siempre iba mal afeitado y apestaba a alcohol barato. Yo jamás me había enfrentado a nadie, siempre era Andy el que me defendía cuando alguien se metía conmigo, pero cuando aquel hombre volvió a golpear a mi amigo en la cara algo se apoderó de mí. El basto hombre me había dado la espalda para golpear a su hijo, por lo que yo contaba con el factor sorpresa, así que cogí aquella asquerosa botella y me abalancé sobre él. Le golpeé la cabeza una y otra vez hasta que conseguí romperla en su cráneo. De su cabeza manaba un río de sangre de color rojo oscuro, era tan oscuro que casi parecía negro. Tenía el rostro desencajado y los ojos abiertos, parecía que me miraba fijamente, pero aquella mirada carecía de expresión … y de vida. El padre de Andy estaba muerto.
Fue en ese preciso instante cuando Andy y yo nos hicimos realmente inseparables. Juntos escondimos el cadáver, lo enterramos en la parte trasera de su casa, pues llevarlo a otro lado habría sido muy aparatoso y nos podrían haber descubierto.
Pasaron los años y nuestras vidas empezaron a cambiar. Andy comenzó a trabajar de peón con mi tío Bill y yo tenía una novia preciosa, Kimberly se llamaba. Tenía el pelo rubio y sedoso, le llegaba hasta la cintura. Sus ojos eran de color verde intenso y sus labios carnosos, rosados y dulces. Todo parecía irnos bien a Andy y a mi, la vida empezaba a sonreírnos y, por fin, nos sentíamos libres.
Estaba realmente enamorado de Kimber, tanto que pensé en proponerle que nos fueramos a vivir juntos, pero eso nunca llegó a pasar.
Recuerdo aquella tarde de verano en la que había quedado con Andy después del trabajo para tomar unas cervezas, hacía un calor insoportable y él se estaba retrasando, así que decidí largarme y llamarle cuando llegase a casa, no podía soportar que me diesen plantón, pero justo cuando doblaba la esquina que daba a la calle donde vivía le vi. Ahí estaba Andy, tenía el rostro lívido como un fantasma y la camiseta y las manos cubiertas de sangre. No sabía qué era lo que había hecho, pero le agarré del brazo y le obligué a entrar a casa.
“Pero ¿Qué coño has hecho tío?, ¿Por qué vas cubierto de sangre?”-le grité-
“La vi”-susurró Andy.
“Estaba con otro tío, ella le mordía en el cuello mientras el le metía la mano en las bragas… tenía que hacerlo, esa puta te estaba engañando”
Andy había matado a Kimber. Ella era mi novia y ahora estaba muerta.
En un primer momento recuerdo haber gritado y llorado de rabia, pero todo cambió cuando Andy me contó lo que había sucedido.
Kimber llevaba meses viéndose con el hijo del entrenador de fútbol, era un maldito yonki hijo de puta, pero estaba forrado de pasta y Kim era una zorra. Quedaban todas las noches en la casa de madera del entrenador, la que estaba cerca del bosque por el que Andy pasaba para ir al trabajo y él les vio… Les vió a través de la ventana. Me dijo que desde fuera podía escuchar como se reían, así que se acercó a la puerta y por suerte pudo comprobar que estaba abierta. Ese par de gilipollas tenían la música puesta y no se enteraban de una mierda, así que Andy aprovechó para coger uno de los cuchillos de cocina que tan elegantemente se encontraban dispuesto en la esbelta mesa de madera. Cruzó la cocina hasta llegar al salón y continuó acercándose hasta llegar a su altura, ninguno de los dos pudo verle hasta que fue demasiado tarde.
Primero le mató a él, porque era el que se encontraba encima. Le clavó el cuchillo en el cuello acabando con su vida de un solo golpe. La sangre de ese cerdo manaba de su cuello cayendo sobre Kimberly, quien no paraba de gritar y gimotear. Andy sacó de un tirón el cuchillo de aquel cadáver y se puso encima de la que había sido mi novia, la golpeó con el mango del cuchillo en la cara para sugerirle que era mejor que mantuviese la puta boca cerrada, pero justo cuando lo hizo, Andy hundió el cuchillo en su vientre con todas sus fuerza hasta que Kimber dejó de chillar. Después metió ambos cadáveres en la parte de atrás de la camioneta y les enterró en el mismo sitio donde años atrás habíamos enterrado a su padre.
Meses más tarde ya casi nadie hablaba de la desaparición de esos dos bastardos, la mayoría pensaban que habían huído juntos y no querían que les encontrasen, por lo que nadie se puso a buscarlos. Andy y yo estábamos mucho más relajados, yo empecé a ahorrar dinero y hasta pude comprar un coche nuevo. Andy empezó a interesarse por la lectura, pero lo que realmente le gustaba eran los libros de ocultismo.
Ahora hablaba de rituales satánicos en los que sacrificar personas humanas en nombre de seres sobrenaturales nos daría todo lo que pidiéramos, dinero, mujeres, poder… y ¿quién no ha soñado alguna vez con algo así?

“¿A qué estas esperando Mickey? ¿Vas a dejar que lo haga yo? Se parece a Kimber ¿no?”
Andy colocó el cuchillo de caza en mis manos mientras con una navaja rajaba el vestido de la pobre Tiffany.
“Así te será más fácil amigo”.

4 comentarios:

  1. Mola :)
    Tengo que volverlo a leer más tranquilo, e ir diciendote, pero la primera impresión me gusta

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  2. Si me ha salido un crítico-corrector!!! Puedes decirme lo que quieras que lo acepto encantada, pero también te digo que Tiffany, Andy y Mike se quedan como están, que pa eso los he pario yo! jajajaja

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  3. Bueno, he leido por segunda vez el relato y tengo cosas que decir, pero pocas, tendré que leerlo más veces:

    Cuando Mike va a buscar a Andy hay una parte que dice asi: " estaba sentado en una de las esquinas de su cuarto..." yo ahi lo expresaría como "acuclillado y en posición fetal abrazandose a sus piernas, con las pupilas perdidas en el suelo", que es lo que quieres expresar pero con más precisión.

    El padre deberia de insultar con un "hijo de puta" ya que la expresión hijo de perra no es tan violenta
    En próximas entregas profundizaré más.

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  4. Mike no es un erudito ni un estudioso, asi que no puedo describir la situación como lo haría Edgar Allan Poe.. por otro lado me resulta agradable que el padre diga "Hijo de perra", ya que los hombres llaman, además de puta, zorras y perras a las mujeres jajajaja, sigue buscando Juanma :)

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